El Duelo en los Niños: cómo ayudar a tus hijos a superarlo

Publicado por      04/04/2023     Psicología , Psicología Infantil    Comentarios 0
El Duelo en los Niños: cómo ayudar a tus hijos a superarlo

¿Qué es el duelo en los niños?

Como sucede en los adultos, el duelo en los niños supone una experiencia emocional que se produce tras una pérdida, y que comprende pensamientos, emociones y comportamientos vinculados a la misma o a su anticipación (Barreto et al., 2012).

Puede manifestarse de diversas formas, incluyendo tristeza, ansiedad, miedo, confusión, enfado o incluso apatía. Los niños pueden experimentar el duelo de manera diferente a los adultos, dependiendo de su edad, nivel de desarrollo y su relación con la persona fallecida. Por lo tanto, es importante prestar atención a sus comportamientos y emociones, brindarles un ambiente de apoyo y seguridad, y buscar ayuda profesional si es necesario.

¿Cuáles son las etapas del duelo?

La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross (1969) planteó cinco fases principales:

  • • Negación: estado de shock que lleva a la negación de la pérdida o a la importancia de la misma.
  • • Ira: frustración y enfado debido a la incapacidad de producir un cambio en las consecuencias de la pérdida.
  • • Negociación: esperanza de que existan otras alternativas para afrontar la pérdida.
  • • Depresión: se comienza a aceptar la pérdida, apareciendo sentimientos de tristeza y desesperanza.
  • • Aceptación: se integra la pérdida dentro de la vida.

Según Shuchter y Zisook (1993) existen tres fases:

  • • Fase de shock, duda y negación: la persona puede sentirse paralizada y no cree que haya sucedido la muerte.
  • • Fase intermedia de duelo agudo: la persona experimenta malestar somático, emocional y aislamiento social.
  • • Fase de restitución: la persona reconoce, asume y da un significado a la pérdida, pudiendo continuar con su vida.

No obstante, hay que tener en cuenta que es un proceso que varía de unas personas a otras: cada persona puede vivir las fases de forma diferente e, incluso, las fases pueden superponerse unas a otras (Shuchter & Zisook, 1993). Por tanto, resulta difícil calcular cuánto tiempo dura un duelo en un niño o en un adulto, al ser un proceso individual y subjetivo.

¿Cuáles son los diferentes tipos de duelo?

Se comprenden distintos tipos de duelo en la infancia (Hoyos, 2015):

  • • Duelo normal: el niño se adapta adecuadamente a la pérdida sufrida.
  • • Duelo anticipatorio: el niño experimenta el duelo antes de que suceda, al predecir la pérdida.
  • • Duelo aplazado: el niño o, con frecuencia, el adolescente no puede elaborar el duelo y lo retrasa.
  • • Duelo complicado o patológico: el dolor por la pérdida se prolonga y no se acepta, interfiriendo en el funcionamiento normal del menor y en sus actividades diarias.

¿Qué decirle a un niño que perdió un ser querido?

¿Cómo explicar a un niño la muerte de su padre? ¿Cómo decirle a un niño que ha perdido a su hermano? Para facilitar el proceso de duelo en el niño se recomienda (Hoyos, 2015):

    • • Comunicarle la pérdida cuando sea posible empleando un lenguaje claro y sencillo.
    • • Responder a sus preguntas y explicarle en qué consiste la muerte. Para ello, cabe tener en cuenta cómo perciben la muerte los niños en función de la edad (Hoyos, 2015):
      •      • 0-3 años: los niños no comprenden el concepto de muerte. Entienden que ha existido una separación o abandono que pone en riesgo su bienestar.
      •      • 4-6 años: los niños creen que la muerte es reversible y temporal, y destaca el pensamiento mágico, por lo que resulta importante explicarles las consecuencias de la muerte (irreversible, definitiva…).
      •      • 7-12 años: los niños pueden diferenciar la realidad y la fantasía y comprender el concepto de muerte. No obstante, puede que no sepan cómo gestionarla adecuadamente.
      •      • A partir de los 13 años: la pérdida del ser querido coincide con la adolescencia, etapa caracterizada por cambios a múltiples niveles, lo cual puede dificultar el proceso de duelo.
    • Acompañarle emocionalmente.
    • • Expresar nuestras propias emociones de tristeza y animarle a expresar lo que siente con palabras o a través de juego.
    • Implicarle en los rituales de despedida, permitiéndole que construya un nuevo vínculo afectivo con el ser querido.
    • • Volver a la rutina habitual.

Asimismo, existen libros y cuentos que pueden ayudar en este proceso. Aquí te dejamos algunas recomendaciones en función de la edad del niño:

    • • 3-6 años: ¡No es fácil, pequeña ardilla! escrito por Elisa Ramón Borafull. Recomendable para abordar la pérdida de un progenitor.
    • • A partir de los 5-6 años: La isla del abuelo escrito por Benji Davies. Recomendable para abordar la pérdida de un abuelo.
    • • A partir de los 5-6 años: Vacío escrito por Anna Llenas Serra. Recomendable para hablar y comprender los sentimientos que genera una pérdida y aprender a gestionarlos.

¿Cuándo preocuparse por un duelo?

Si pensamos que el niño puede encontrarse en un proceso de duelo aplazado o duelo complicado resulta aconsejable que acuda a un profesional de la psicología para acompañar y favorecer este proceso.

En cualquier caso, el acompañamiento psicológico puede resultar muy beneficioso para los niños que han sufrido una pérdida, para ayudarles a comprender, expresar y aprender a gestionar sus emociones.

Si necesitas saber más sobre el duelo en la infancia, nuestro equipo de psicólogas estarán encantadas de ayudarte.

Pide tu cita, la primera sesión es gratuita y sin compromiso

¡Te esperamos!

Referencias

Barreto, P., De La Torre, O., & Pérez-Marín, M. (2012). Detección de duelo complicado. Psicooncología, 9(2–3), 355–368. https://doi.org/10.5209/rev_PSIC.2013.v9.n2-3.40902

Shuchter, S. R., & Zisook, S. (1993). The course of normal grief. In M. S. Stroebe, W. Stroebe, & R. O. Hansson (Eds.), Handbook of bereavement: Theory, research and intervention (pp. 23–43). Cambridge University Press.

Kübler-Ross, E. (1969). On death and dying. The Macmillan Company.

Hoyos L. (2015). ¿Entendemos los adultos el duelo en los niños? Acta Pediátrica, 73(2), 27- 32.

Dejar un comentario

Captcha